El director gerente del Banco Mundial asegura que “África transformará el mundo” Por EFE
30.04.2024 16:45
Pablo Moraga
Nairobi, 30 abr (.).- Para el director gerente sénior del Banco Mundial (BM), Axel van Trotsenburg, es el momento de empezar a mirar con buenos ojos a África. En una entrevista con EFE en Nairobi, no lo duda: “personalmente -enfatiza-, creo que África transformará el mundo”.
“Tenemos que empezar a pensar de una manera completamente diferente -afirma-. Hace sesenta años, solía escribirse que muchos países de Asia eran una causa perdida. Todos los años se producía un ciclón que mataba a decenas de miles de personas (…). Los países no podían alimentarse por sí mismos. La gente pasaba hambre. En China, el 80 % de la población era extremadamente pobre…”.
Van Trotsenburg recuerda que el premio nobel de Economía Karl Gunnar Myrda llegó a escribir que Asia no podrá desarrollarse. Y se equivocó, claro.
“Lo que ha ocurrido en Asia demuestra que los países pueden desarrollarse en dos o tres generaciones, contra las opiniones de todo el mundo. Creo que esto es algo que la gente debe tener en cuenta cuando miramos a África”, añade el economista, que ayer asistió a la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de África de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), que reunió a más de una decena de líderes del continente.
Durante sus discursos, esos líderes insistieron en la necesidad de buscar maneras de explotar mejor el potencial de África, de usarlo para conseguir, por fin, el bienestar de todos los ciudadanos y garantizar el desarrollo del continente.
En 2075, un tercio de la población mundial será de África. Y más que un desafío, “este dividendo demográfico bien utilizado podría ofrecer al continente unas oportunidades increíbles”, subraya van Trotsenburg.
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Nuevo impulso a los servicios sociales
El Banco Mundial recetó durante muchos años -sobre todo, en los años ochenta y noventa- recortes en servicios públicos a los países de África enormemente endeudados.
En vez de reforzar esos servicios, las instituciones financieras internacionales recomendaron a los Estados del continente esforzarse en atraer el capital privado de otras naciones, que entonces invertirían en sus países y crearían puestos de trabajo de trabajo, economías más robustas.
Esto ha cambiado, al menos en parte. La petición de más inversiones en sanidad y educación tuvo protagonismo en la cumbre de la IDA, una entidad del BM que, desde su creación en 1960, concede préstamos a los países empobrecidos sin interés o con tasas bajas.
“No sé si estamos en una fase distinta -opina van Trotsenburg-. Diría simplemente que el mundo está atravesando cambios masivos de una manera continua. Esto es un desafío para el Banco Mundial, que es como una institución en continuo aprendizaje, ajustándose a las nuevas tendencias”.
“Hace, por ejemplo, unos cuarenta años, no nos fijábamos tanto en el cambio climático, pero entonces veíamos claramente que existía un problema de deuda emergente. Entonces, ese era un problema prominente”, prosigue.
Sin embargo, los países del África subsahariana aún usan unos porcentajes bajísimos de sus presupuestos nacionales para pagar servicios públicos.
En 2001, los miembros de la Unión Africana (UA) firmaron un acuerdo por el que se comprometieron a gastar, al menos, el 15 % de sus presupuestos en sanidad. Pero muchos países no han cumplido.
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Así, los países de África gastan de ocho a 129 dólares per cápita en servicios sanitarios, mientras que las naciones enriquecidas gastan más de 4.000 dólares per cápita, según la ONU.
“Esto es difícil para muchos países, que están enfrentando múltiples golpes al mismo tiempo. Tienen que poner atención en la educación, la salud, la infraestructura, la electrificación, el agua potable», admite el alto ejecutivo del BM.
«Si sumamos todo, son gastos importantes. Al mismo tiempo, hemos estado observando una caída de los flujos de ayudas económicas para el África subsahariana. Y si esto sigue ocurriendo, los Estados del continente deberán empezar a cubrir sus gastos por sí mismos”, explica.
Pero incluso cuando habla de estos desafíos, van Trotsenburg se muestra optimista.
“También -apostilla- debemos tener en cuenta que el mundo ha progresado, aunque esto a veces se olvida. En 1960 probablemente el 60 % de la población mundial estaba por debajo de los umbrales de la pobreza extrema. A mediados de los años noventa, eran un tercio. Ahora suponen menos del 9 %».
“Esto es sobre todo porque en Asia ha habido una caída pronunciada. También en África el porcentaje se ha reducido, aunque no tanto. Es un gran desafío, sí, pero puede conseguirse”, concluye el director gerente.
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