¿Es el sentimiento peor que la situación real?
29.04.2022 12:11
La confianza en la economía alemana se ha estabilizado en un nivel bajo. El índice ifo de clima empresarial subió en abril a 91,8 puntos con respecto a 90,8 puntos en marzo. Esto se debió principalmente a unas expectativas de las empresas menos pesimistas. Efectivamente, su valoración de la situación actual fue algo mejor y más estable de lo esperado en los dos últimos meses. No obstante, los principales institutos económicos están revisando a la baja las previsiones de crecimiento, la bolsa alemana registra episodios de caídas y los valores tecnológicos estadounidenses reaccionan con una extrema sensibilidad a cualquier repunte de los tipos, por muy mínimo que sea.
La economía estadounidense va viento en popa con un mercado laboral con pleno empleo y puede contar con el poder de compra de los consumidores. Mientras tanto, China se enfrenta a una ola de contagios de ómicron y esta semana se han despertado más dudas sobre la capacidad de producción en el país. En Francia, Emmanuel Macron ganó las elecciones presidenciales. Algunos indicadores adelantados, como los índices de gestores de compras, muestran que la economía francesa está relativamente en buena forma, actuando como un motor en la eurozona. Esta semana, el Secretario General de la ONU, António Guterres, y dos ministros estadounidenses, el Secretario de Estado, Antony Blinken, y el Secretario de Defensa, Lloyd Austin, viajaron a Ucrania. Esto refuerza la dinámica de las iniciativas políticas, especialmente con el efecto económico de unos nuevos programas de gasto público. Los bajos ánimos están llevando a los responsables políticos a tomar nuevas iniciativas: en particular, el gasto en defensa y energías alternativas está pasando a un primer plano en Europa y en todo el mundo.
Los gestores de fondos también se ven afectados por el deterioro del sentimiento. Según la última encuesta de Bank of America (NYSE:BAC), muchos se muestran tan escépticos sobre las perspectivas económicas como durante la crisis financiera o la burbuja tecnológica de principios del milenio. La próxima recesión está en boca de todos. Por otra parte, las empresas han publicado hasta ahora unos beneficios relativamente sólidos en el primer trimestre de este año y las órdenes de pedidos son muy elevadas; tal vez este sea uno de los motivos por los que el índice ifo muestra un rayo de esperanza en la valoración de la situación actual.
¿Qué se debe hacer, entonces? ¿Se engañan las empresas cuyos pedidos siguen siendo estables?
La verdad está a medio camino de una situación sólida y unas expectativas débiles. Parece conveniente adaptarse a un nuevo mundo más diferenciado. Estados Unidos vuelve a ser el motor de la economía mundial. El impulso del consumo estadounidense continúa sólido y, además, los hogares han ahorrado durante la pandemia. Europa se está reestructurando y podría volver a ganar fuerza, mientras que China está lidiando con la ola de ómicron. Por ello, los inversores harían bien en apostar por las nuevas tendencias estructurales que podrían prolongarse durante más tiempo. El suministro energético mundial, y de Europa en particular, se está transformando. Como consecuencia de la guerra, se está invirtiendo en todas las áreas del suministro energético, ya sea en petróleo, en gas, en energía eólica, en solar o en otras fuentes. La transición energética se produce con más rapide y se aceleran las medidas de eficiencia energética. También se ha aumentado el gasto en defensa por parte de Europa. Estamos viviendo un «cambio de era» en el que existen unas repercusiones que también promueven el progreso tecnológico. Las cadenas de suministro en la división mundial del trabajo están experimentando un cambio estructural. También se está invirtiendo en ello para evitar futuros problemas. La producción se está desplazando: las nuevas plantas de semiconductores en el oeste de Estados Unidos, así como en Alemania, son un ejemplo.
Por lo tanto, la situación actual, en que los ánimos están bajos, presenta de hecho oportunidades.
Claves de la próxima semana
Los datos actuales deberían de suscitar nuevas dudas.
Durante la próxima semana, la atención se centrará en los datos de inflación de la zona euro y Alemania (incluidos los estados federados); la presión sobre los precios se mantiene elevada a todos los niveles. Últimamente, los precios de los alimentos han sido el centro del debate. En Estados Unidos, se publica la estimación preliminar del producto interior bruto (PIB) del primer trimestre, que podría haber crecido un 1,1%. La cuestión central será la contribución del consumo estadounidense, que podría haber registrado un nuevo aumento del 3,5%.
Los mercados de renta fija y de renta variable se fijarán especialmente en el deflactor del PIB. La tasa de inflación podría situarse por encima del 7%, y en torno al 5,5% para la subyacente, que excluye la energía y los alimentos.
Los resultados del índice de gestores de compras del sector servicios recogerán una continua mejora a medida que se suavizan las restricciones vinculadas con la pandemia y, en el caso del sector industrial, los cuellos de botella en las cadenas de suministro seguirán generando problemas. El miércoles, la Reserva Federal anunciará su decisión sobre los tipos. Los analistas esperan una subida de medio punto porcentual.
En medio de la volatilidad de los tipos y de los mercados bursátiles, el temor a la inflación y a las consecuencias de la invasión de Ucrania, los nuevos patrones de las empresas que prosperen se manifestarán con más fuerza en los próximos meses.
Deseándoles unos mejores ánimos en una situación tensa, se despide atentamente.
Thomas Tilse
Claves de la próxima semana