La industria química necesitaría unos tres años para adaptarse a la reducción de jornada Por EFE
01.09.2024 10:19
Madrid, 1 sep (.).- El sector químico español, que cuenta con 800.000 empleos dependientes de su actividad entre asalariados directos, indirectos e inducidos, pide al Gobierno que introduzca un «plazo de adaptación» en su planteamiento sobre la reducción de la jornada laboral, porque no todas las actividades pueden hacerlo «a la misma velocidad».
En el caso de la química, éste rondaría los tres años, según reconoce el director general de la patronal Feique, Juan Labat, en una entrevista con EFE, en la que desgrana la situación de la industria y los grandes retos que afronta en un momento de transición como el actual.
Respecto a la propuesta del Ejecutivo de reducir la jornada máxima semanal a las 37,5 horas en 2025 pasando por las 38,5 ya desde este ejercicio, que está siendo negociada con los agentes sociales, Feique se posiciona del lado de la CEOE, e insiste en que «no es tan sencillo decir esto y que luego lo puedas aplicar».
Para ellos, el «problema» no está en el área normal de actividad sino en los turnos.
«Todos somos capaces de adaptarnos, pero hay puestos donde va a ser más complejo que en otros», advierte Labat. En esta industria, por ejemplo, el tiempo medio que se estima necesario para hacerlo serían «unos tres años».
Pero «no tendría que ser todas las empresas al mismo tiempo, sino que dependerá un poco del modelo y de las dificultades que puedan tener, porque no es lo mismo hacerlo en una con beneficios que en una que está en pérdidas, donde el ajuste va a ser mucho más radical o complicado», añade.
A su modo de ver, esto, al final, «se puede traducir, probablemente, en más periodos de vacaciones, no tanto en modificar las jornadas diarias que se tienen».
En su opinión, la clave está en que el texto deje a las compañías la «oportunidad», por lo menos, «de mediar incluso a nivel convenio» para establecer «la mejor ruta posible».
La negociación del convenio, «un poco retrasada»
En los últimos meses, esta actividad está trabajando, precisamente, en sacar adelante el XXI Convenio General de la Industria Química, no sin desencuentros con los sindicatos.
«La negociación va un poco retrasada. Veníamos de una situación muy compleja porque cuando firmas un convenio, lo haces creyendo que lo que pones va a ocurrir. Pero la inflación se ha disparado (…) y es verdad que se genera cierta tensión al haber tanta diferencia entre los salarios pactados y cómo ha ido el IPC», relata Labat.
El director general de Feique reconoce que el convenio «no es simple», pues abarca a «casi 300.000 personas» y «tiene muchísimas aristas».
En la primera mitad del año, las conversaciones han estado «mucho más» centradas en temas técnicos, como los modelos de producción o digitalización. De hecho, las cuestiones relacionadas con los salarios se han pospuesto hasta después del verano.
«Los sindicatos conocen la situación del sector, de la industria. Tenemos que ser lo suficientemente razonables todas las partes para llegar a un acuerdo», dice en tono conciliador.
Mención aparte dedica a la reciente sentencia de la Audiencia Nacional que ha obligado al sector a aplicar la cláusula de garantía salarial del convenio para 2021, 2022 y 2023, que establecía una subida del 10,3 %, a toda la plantilla, con independencia de su fecha de ingreso.
A nivel del conjunto de la industria, Labat dice que el fallo, que no ha sido recurrido, «no tiene demasiado impacto» económico, aunque sí que podría notarse en empresas concretas -no cita nombres- que han crecido en ese periodo temporal.
Faltan operadores de planta
Como el resto, la industria química está detectando «tensiones» de mano de obra en ciertas áreas.
«No tenemos problemas de ingenieros químicos pero sí de operadores de planta química, que son, al final, el corazón que suministra las plantas continuamente. Es una FP II, pero no está siendo muy demandada», cuenta.
Por el contrario, subsectores como el de la cosmética, por ejemplo, continúan siendo muy demandados porque «tienen glamour todavía».
En términos de paridad, Labat percibe un cambio «bastante radical» gracias a la creciente presencia femenina. Así, el 44,4 % de las personas asalariadas de la industria química son mujeres, muy por encima del 28,7 % del total de la manufacturera.
Un porcentaje que crece si sólo se tiene en cuenta el personal investigador de este sector: el 55 % son mujeres frente al 30 % de media industrial.
Con todo, Feique sabe que para atraer talento hay que continuar siendo atractivos y ofrecer «mucha tecnología y mucha digitalización», lo que encuentra encaje en la hoja de ruta de un sector que es el primer inversor industrial en I+D+i.