La política monetaria de EE.UU., bajo la lupa
10.02.2023 12:11
La política monetaria de EE.UU. se va a poner a prueba con los datos de inflación de las dos próximas semanas. Según el indicador de inflación favorito de la Fed, es decir, el PCE subyacente (índice de precio del consumo personal básico que excluye alimentos y energía), es probable que, por primera vez desde que la inflación empezó a elevarse tras la pandemia de COVID19, ahora descienda por debajo del objetivo establecido por la Fed para los tipos a corto plazo. En consecuencia, los tipos de interés reales se volverán positivos.
Es un indicio de que las condiciones monetarias están empezando a endurecerse pero no significa que la Fed vaya a dar por terminado su trabajo: sus decisiones se basan en prever dónde se espera que esté la inflación en uno o dos años.
En su reunión de principios de febrero, la Fed indicó que seguía pensando que iban a ser necesarias más subidas de tipos, pero también afirmó que ya no había una necesidad tan acuciante de aplicar su programa de endurecimiento monetario. Creemos que este cambio de tono se debe a dos razones principales.
La primera es que las subidas de los indicadores de inflación anualizada a corto plazo se han moderado recientemente hasta un ritmo más cercano a donde el banco central quiere que se sitúe la inflación a medio plazo. En coherencia con el índice PCE subyacente que hemos citado antes, esto indica que los tipos de interés real van a representar una restricción cada vez más efectiva para los consumidores y las empresas a la hora de tomar decisiones de gasto, lo que reducirá la demanda.
La segunda es que, en los últimos meses, algunos de los indicadores adelantados de la economía de EE.UU. se han debilitado, especialmente en el sector industrial. Aunque la Fed ha puesto mucho énfasis en la importancia de que la inflación vuelva a su objetivo, sería mejor lograrlo sin provocar un frenazo de la actividad, por lo que tiene que calcular con mucho cuidado cuándo debe dar por concluido su ciclo de endurecimiento.
Hay que tener en cuenta que no todos los indicadores económicos de EE.UU. se han debilitado de forma tan constante como en el sector manufacturero. En el mercado de empleo, en especial, se sigue apreciando una demanda de trabajadores muy fuerte, lo que hace improbable que el crecimiento de los salarios se ralentice de forma que sea coherente con el objetivo de la Fed. Esto hace, a su vez, que resulten muy optimistas las expectativas de que se produzcan recortes de tipos este año y podría incluso obligar a que se vuelva a acelerar el ritmo de endurecimiento si la inflación sorprende con una subida.
Además de EE.UU., otros bancos centrales del G7 están reconsiderando su política de forma similar. El Banco de Canadá ha sido el primero de los bancos centrales importantes en indicar que tiene la intención de frenar el ciclo de endurecimiento, probablemente atendiendo a los signos de debilitamiento de su vulnerable mercado inmobiliario. El Banco de Inglaterra también ha indicado que es posible que frene pronto, aunque creemos que, en su caso, las razones para afirmarlo son más difíciles de entender en un momento de sorpresas al alza en la inflación de los servicios y de fuertes subidas salariales. Por el contrario, el Banco Central Europeo (BCE) todavía tiene que continuar con los ajustes, ya que ha retrasado el endurecimiento con respecto a lo que se ha hecho en otros países el año pasado. En la rueda de prensa de febrero, la presidenta Lagarde dejó algo confundidos a los inversores con algunas de sus respuestas, pero nuestro escenario central es que es posible que el BCE eleve los tipos al 3,5% a finales de primavera, antes de reevaluar la necesidad de más endurecimiento. Por último, el Banco de Japón es el que más tiene por hacer para ponerse al día, pero es muy posible que se limite a reducir los estímulos poniendo fin a su política de control de la curva de tipos, o relajándola aún más. Creemos que es muy poco probable que Japón eleve los tipos en este momento.
La próxima semana
Este entorno subraya la importancia de los datos de la inflación del IPC de EE.UU. que se conocerán la próxima semana. Aunque es probable que la tasa anual de inflación siga disminuyendo, el mercado espera que la inflación anualizada a más corto plazo acelere su ritmo, lo que indica que el cambio de tendencia de los rendimientos de los bonos post-Fed podria prolongarse algún tiempo. Esta conclusión podría verse reforzada si se cumplen las expectativas de un rebote en las ventas minoristas de EE.UU. impulsadas por los automóviles. La próxima semana también será importante la publicación de los datos del índice de precios al productor (IPP), la producción industrial y el índice manufacturero de la Fed de Filadelfia.
Fuera de EE.UU., serán importantes la publicación del IPC y el mercado laboral de Reino Unido. A pesar de que es probable que el pico de inflación en Reino Unido ya haya quedado atrás, la inflación subyacente sigue siendo elevada y, al igual que sucede en EE.UU., hasta ahora, el mercado laboral no ha respondido al deterioro de los datos macro.
Va a ser una semana tranquila, en general, para los datos de la zona euro. La segunda publicación de los datos del PIB del cuarto trimestre confirmará que se ha evitado el comienzo de una recesión, mientras el actual balance por cuenta corriente continuará beneficiándose del declive en los precios del gas natural, que hace que las importaciones de la energía resulten más baratas. Es posible que la producción industrial aumente moderadamente tras el fuerte descenso de octubre.
En general, esperamos que los datos en la próxima semana reflejen que, aunque la política monetaria de EE.UU. va a estar bajo la lupa, todavía estamos a cierta distancia del objetivo final y que será necesario endurecerla aún más.